domingo, 1 de noviembre de 2015

Relato de una persona que empieza a tener miedo de un amigo

Nathali Quintana,
octubre de 2015
      Yo era un chico solitario hasta que le conocí.
Mi nombre no es muy importante. Lo importante es la historia que te voy a contar.
Yo conocí a una persona, un chico para concretar. Mantendré su nombre en secreto. Era un chico bastante raro, algo hiperactivo, pero llegó a caerme bien. Iba a mi misma clase, siempre se sentaba solo. 
Un día me acerqué a hablar con él, y me recibió con una grata sonrisa. Cada día íbamos hablando más, y me invitó a su casa. Yo no tenía muchos amigos, así que acepté sin pensarlo dos veces, fiándome de él.
Quedamos por la tarde, alrededor de las seis. Quizá sea una locura, era algo raro, y casi ni le conocía.
Ya llegaba la hora, yo le estaba esperando en un banco, cerca del colegio, donde habíamos quedado en un principio. 
Cuando llegó, tenía una cara un poco de psicópata, "¿por qué sería?" te preguntarás. Yo tampoco lo sabía, no quise preguntarle, me daba vergüenza.
Ya una vez en la puerta de su casa, comencé a tener algo de miedo. Era una casa como las casas abandonadas, de las típicas historias de Halloween. No quise hacer caso a las primeras impresiones. Decidí entrar para calmarme un poco. Además, tenía curiosidad de cómo sería por dentro. Al entrar, vi un salón muy grande, un pasillo muy ancho que se dirigía hacia la cocina y unas escaleras. Las tuve que subir, para ir a la habitación de mi supuesto nuevo amigo. Su habitación era terrorífica, y no sólo la habitación, toda la casa, parecía una casa antigua mal cuidada.
El chico se fue de su habitación, dijo que iba a por bebidas, aproveché a pedirle un vasito de Fanta. Pero cuando volvió ¡trajo consigo un cuchillo! Intenté huir, por miedo. Bajé las escaleras, casi desesperadamente. Cuando quise salir, no pude, estaba cerrada con llave, o eso pensé.
Estuve escondido, hasta que vi una pequeña salida, y aproveché para escapar. Cuando quise darme cuenta, el chico me seguía corriendo, pero encontré un lugar donde había gente, y escapé definitivamente.
Y ahora, estoy escribiendo esto donde nos conocimos, en la misma clase, pero me está vigilando, temo a que se lance y me mate. Ahora no puedo dormir, tengo ojeras, y no encuentro la paz en mí mismo. El silencio ya no es mi aliado, y la oscuridad, mucho menos.
Necesito algo de ayuda, los psicólogos intentan hacerlo, pero no consiguen ningún resultado. Temo a mi muerte.

En ocasiones, cuando cierro los ojos, veo su cara, esa cara de psicópata con la que intentó matarme. Estoy aterrado, asustado, no consigo olvidar todo lo que ha pasado hasta ahora. Pienso en quedarme en casa, encerrado, a oscuras. Y no volver a salir. Nunca más.


No hay comentarios:

Publicar un comentario